·III·
Cuerpos
Morir también puede ser la imposibilidad de la vida plena. La no-muerte ha sido un receptáculo cultural muy prolífico de las angustias y derivas existenciales por las que hemos pasado como sociedad a lo largo de las épocas. En Cuerpos proponemos darle la vuelta a la ecuación, dejar de mirar por un momento a la muerte como evento y plantearnos si acaso una realidad lastrada por el miedo, la precariedad, la necesidad de reconocimiento o la lucha perpetua por la identidad que nos condena a la simple supervivencia. Cuando la legitimidad de lo que somos individual y colectivamente se convierte en un campo de batalla constante, la vida estalla en reclamos, muchas veces desesperados, que piden la simple oportunidad de ser mientras se extienden como fuegos.
Cuerpos invita a exponerse. Jugar a dudar, a sufrir, a vestirse de una vulnerabilidad prestada para que afloren reflexiones, empatías y algún enfado. Un sufrimiento lúdico en el que encontramos entendimiento y comprensión, como un espejo en el que ver reflejadas nuestras propias luchas cotidianas. En esta sala no hay grandes historias, sino pequeños contextos, microcosmos hechos de filos serrados que cortan el espíritu, espacios hechos de papel de lija que liman cualquier singularidad para que todo siga funcionando sin sobresaltos. De obra en obra, de cuerpo en cuerpo, la dignidad, la felicidad y la libertad están en juego, pero no a modo de marco en el que solucionar o desafiar sino uno en el que alojarnos como interlocutoras, como un par de ojos y oídos, como un hombro que se arrima y apuntala el mundo.