·II·
Espíritus
Una de nuestras más antiguas obsesiones es la pregunta por “el otro lado”. Aquello que ya no podemos ver, oír o tocar, pero seguimos notando presente ha sido un terreno muy fértil del que nunca han dejado de brotar historias. Interpretar ese vacío que nos rodea reducido a la pura sensación, a un sexto sentido, ha dado lugar a terrores y tristezas, a venganzas y asuntos pendientes, a oscuridades repletas de espectros y luces que vienen a recogernos cuando se nos acaba el tiempo. Fantasmas, apariciones, visiones… Espíritus quiere llevarnos a esa mortal transición que no podemos evitar evocar, puede que por miedo a que solo nos espere la nada o quizá para, simplemente, poder guiarnos cuando nos llegue el momento.
Aquí no hay respuestas, solo interpretaciones, especulaciones y algún bestiario. Reflejos de cómo nos hemos imaginado que es ese último viaje y la ilusión de poder evitarlo. Los juegos de Espíritus se reúnen en torno a ese gran reto de representar lo irrepresentable, haciéndose valer para ello de la rica diversidad visual del videojuego. Sus fantasmas vagan entre píxeles, entornos 3D, vectores, ilustraciones a mano y collages, y se reúnen en cafeterías, se pierden en un viaje eterno en taxi o guían a sus comunidades desde el otro lado de la vida. Jugar con ellos es, casi siempre, asistirles, ya sea para que puedan cruzar y marcharse con toda la paz posible, para que se despidan de quienes dejan atrás o para que se liberen de algún resentimiento que los mantiene atados a la tierra.