Beckett

The Secret Experiment, 2018

En el mundo de Beckett nada existe si no hay un papel que lo atestigüe por escrito. La ciudad en la que vive y trabaja el detective que da nombre a este juego es como un Saturno gigante que devora constantemente a todos sus hijos. Mugre y basura, sombras y parias sociales, sótanos de bar y corredores de hospital… Todo aquello que conforma las tripas de la ficción urbana es un territorio en el que la vida es una ilusión imposible, y en la que la muerte llega en forma de irrelevancia y sacrificio. «Todos somos memorias esperando a ocurrir», pero en un lugar tan desquebrajado y hostil, hecho de soledades enquistadas, lo difícil es encontrar a alguien que, llegado el momento, recuerde que has vivido. Por eso el papel es tan importante. A falta de recuerdos, que al menos quede un registro.

Como buena historia de detectives que se precie, el relato arranca con el sonido de un teléfono: un caso inoportuno, aunque cualquiera lo es para quien ya no se mueve, sino que remueve. Resolverlo implica salir del refugio del despacho y del cascarón hecho de pena por sí mismo, pero quedarse parado es seguir descendiendo lentamente hasta lo que sea que haya más abajo de este infierno. Así que acepta, prácticamente obligado, y lo demás es vagar de un lado para otro intentando no perderse en el camino.

Beckett

Beckett es un relato lineal en el que los hechos que aspiramos a esclarecer están en segundo plano, casi irrelevantes y enterrados bajo una montaña de impresiones superpuestas. Desde que empieza el juego somos Beckett, con todas las implicaciones de ese verbo, así que vemos, oímos y sentimos el mundo como lo siente él. Perdidas por los recovecos del collage no hay manera de encontrarle bordes al espacio y coordenadas al tiempo, así que flotamos por el ambiente, la atmósfera y la incoherencia. Beckett es pura fenomenología, pedazos de vidas ajenas rozándose entre sí, dejándose marcas y cicatrices como efecto secundario de su constante necesidad de centrarse en sobrevivir. Pero también es una mezcla de impresiones y realidades, la manera en que el protagonista y el mundo se reconocen entre sí. Cómo se miran y escuchan, se odian y se necesitan, se confiesan y se mienten.